29. EL TARRO DE CREMA
No es la primera vez que me encuentro con una señora con capacidad mental dudosa. Recuerdo una anécdota que viví con una antigua compañera de trabajo (además de amiga) . Nos encontrábamos reponiendo la tienda, era una tarde muy tranquila, en ese momento estábamos las dos en el mostrador cuando de repente en la puerta de entrada a la tienda se asoma una cabeza de una señora de unos ochenta y tantos años, canosa y con gafas (no se si su cuello era elástico, porque no se veía el cuerpo solo se asomaba una gran cabeza). No se me olvidará esos grandes ojos abiertos de par en par color azul grisáceo mirándonos fijamente con una sonrisa que llegaba de oreja a oreja. Las dos nos quedamos petrificadas mirando esa cabeza (no sé porque me recordaba a cuando te mira un avestruz). Sin decir nada, entra en la tienda y empieza a andar como las gallinas en un granero, moviendo a cabeza de un lado a otro examinando la tienda. Nosotras seguíamos sin articular palabra, reaccionamos