41. EL UNIFORME
Mis jefes ya me han comprado
varios uniformes para ir todas las empleadas conjuntadas. Cada verano nos cambiaba el modelito, porque de un año para otro con el uso diario, acabábamos quedándonos sin uniforme.
Por ello,
un invierno decidió colocarnos de uniforme un delantal muy chulo. Me veía muy bien con él, además era muy
cómodo y mi ropa se salvaba de las manchas de maquillaje o bolígrafo (es raro
el día que no me manche).
Pero
una clienta consiguió que lo odiara…
Esta clienta es una señora de unos setenta y tantos años, de pelo
canoso, muy delgada y siempre va muy bien arreglada. Suele ir una vez al mes a comprarme unos lapices de ojos, no es mala clienta pero cada vez que me veía con el
delantal me daba la enhorabuena por mi embarazo.
No estoy delgada, pero tampoco me considero gorda, pero a esta señora
cada vez que venía a comprar, me tocaba la barriguita y me
felicitaba.
Yo la miraba y le decía:
Yo: -Señora que no estoy embarazada-
Pero ella en vez de dejar el tema, me decía:
Señora: -Oye que no es malo decirlo-.
Yo le vuelvo a insistir que no lo estaba, dejaba el tema pero no se iba muy convencida.
Al tiempo, venía a comprarme los lapices y volvía a felicitarme otra vez. Le volvía a explicar que no estaba embarazada.
Así estuvimos hasta que llegó el verano (como la tela del delantal daba mucho calor) dejé de ponérmelo y ya no me volvió a felicitar, ni a medirme la barriga por si me había crecido.
Yo la miraba y le decía:
Yo: -Señora que no estoy embarazada-
Pero ella en vez de dejar el tema, me decía:
Señora: -Oye que no es malo decirlo-.
Yo le vuelvo a insistir que no lo estaba, dejaba el tema pero no se iba muy convencida.
Al tiempo, venía a comprarme los lapices y volvía a felicitarme otra vez. Le volvía a explicar que no estaba embarazada.
Así estuvimos hasta que llegó el verano (como la tela del delantal daba mucho calor) dejé de ponérmelo y ya no me volvió a felicitar, ni a medirme la barriga por si me había crecido.
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