34. LA SEÑORA RUBIA

Esta señora de unos cincuenta y algo de años, algo regordeta y bajita, la conocí cuando yo era solo una novata en el trabajo donde estoy actualmente.  Siempre lleva el pelo rubio recogido por una pequeña coleta y con gafas.  Nunca ha tenido ningún mal gesto con las trabajadoras en la tienda, se ve buena persona pero su problema es que habla por los codos.

La primera vez que la vi, me acerqué a ella y muy sonriente le pregunte: 

Yo: -¡Hola buenos días!, ¿puedo ayudarla en algo?-

Ella me mira y se le iluminó la cara (creo que al verme, en su cabeza se repetía una y otra vez “sangre nueva”)




Señora: -¡Ah sí! Estoy buscando un champú para mi pelo que es muy seco.-

Pretendía acercarme a las estanterías de los champú cuando sigue hablándome: 

Señora: -Es que mi vecina me dice que compra uno aquí muy bueno- 

Le intento preguntar. 

Yo: -¿Qué champú…-

Pero ella sin respirar sigue hablando.

Señora: -No sé cuál es.  Enséñame los que tienes. Es que tengo el pelo muy seco ¿sabes? Y no se cual echarme, mi vecina me dijo el que ella usa es de aquí (me extrañaba que la dejara decirle algo), pero no me acuerdo de la marca…¿a lo mejor si veo el bote?...  Enséñamelos.  Es que mira como tengo el pelo (y se toca una y otra vez la pequeña coleta) lo tengo muy seco… parece un estropajo… ¡jajajaja!... Pues eso, quiero ver los champú, porque el de mi vecina dice que es bueno pero yo no lo he probado, si lo tienes aquí me lo echare a ver cómo me va a mi… ¿Por qué a todo el mundo no le va bien todos los champú?  Pero por probar ¿Qué dices tú?- (yo no decía nada no me dejaba hablar). 

Se queda unos segundos sin hablar y yo con un champú en mano, cojo aire para articular una palabra cuando me vuelve a interrumpir.

Señora: -¡Ese champú no es! Pero bueno da igual ¿ese es bueno?... espera a ver si veo el de mi vecina…  No, no lo veo por aquí.  Pero bueno da igual, ese que me vas enseñar será también bueno… Mira, todos estos productos que tienes aquí los he comprado yo y son muy buenos.  Este endurecedor de uñas es buenísimo ¿lo has probado? Mira mis uñas, las tenía fatal, se me rompían un montón.  Use este endurecedor y mira (me acerca la mano a la cara) duras duras.  Buenísimo, a mí me ha gustado un montón, hasta he traído clientas aquí para que os lo compre… Así que si dices que ese es bueno seguro que lo es… ¿Cuánto vale?... Aunque el de mi vecina tenía muy buena pinta, a ella le ha dejado el pelo muy bien y no como el mío (se vuelve a tocar la coleta)…  y mira que mi vecina tenía el pelo peor que yo, la pobre ahora está sola y se dejó mucho la mujer.  La pobre hace dos años que se quedó viuda la mujer, sus dos hijos viven fuera y la pobre mujer se quedó sola.  Menos mal que yo le hago compañía a la mujer y así no se aburre- (no lo dudo).  




Después de media hora de conversación me dice la mujer.

Señora: -Mejor voy a preguntarle a mi vecina que me deje el tarro de champú que usa y me lo traigo para que me des uno igual.  Muy amable ya vengo otro día. Adiós- y se marchó dejándome la cabeza como un bombo. 
        
Al rato llegó mi compañera, y le conté lo que me había sucedido con la señora, ella empezó a reírse y me dice.

Compañera: -¡Uuuh! Ya la has conocido.  Pues esperate que esa vuelve.  Tú intenta no darle mucha charla, sino no se va nunca- (¿Charla? Pero si ella hace un monólogo).
        
Efectivamente, cada dos por tres esa mujer se presentaba en la tienda con ganas de desahogarse.  ¡¡Como podía decir tantas palabras por segundo!! Yo intentaba buscar una forma para que me dejara en paz.

Una vez, faltaba poco para cerrar, y la veo asomarse por el escaparate (solía quedarse siempre un buen rato en el escaparate observándolo antes de entrar, a lo mejor para buscar un producto que le sirviera de excusa para comenzar la conversación), corrí rápidamente a por la fregona y me puse a fregar la tienda, pensando que si me veía ocupada pasaría de largo… ¡pero no!.  No era de las típicas que me pisaba lo fregado (respetuosa en ese sentido lo era) pero se quedó en la entrada y desde allí empezó a hablarme sin quitarme ojo a lo que estaba haciendo.

Señora: -Hola, te pillo ya fregando para cerrar…¡je, je,je!... Solo te quería preguntar por el precio de los alicates para las uñas de los pies… es que cada vez que voy al podólogo no veas lo que me cobra.  Y como he visto que tenéis las misma tenazas que usa él, pues me las compro y me lo hago yo o ¿tú que dices? (yo sigo sin decir nada, no me deja)… o no sé qué hacer porque eso tiene que ser muy difícil, vaya que me corte y yo estoy tomándome el Sintrom, y me da miedo de lo que me pueda hacer…- y empezó a contarme porque se está tomando ese medicamento que voy a ahorrármelo porque sino no termino nunca este capitulo.  

Terminé de fregar y ella todavía no había terminado de hablar.  Al ver que me acercaba a la caja para contarla (ya era hora de cerrar), se despidió y se fue amenazando con volver otro día. 

Pues así se pasó un largo periodo de tiempo, hasta que cogí el tranquillo… Cada vez que se asomaba en el escaparate a observar si estoy ocupada o no, yo lo que hacía era esconderme… (sino me ve no entra). ¡Y funcionaba!

Si alguna vez vas a una tienda y ves una dependienta escondida, mira al exterior, puede que haya una señora rubia observando desde el escaparate.
   
    




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