13. ROBOS


Si hay algo que toda comercial teme encontrarse es con los ladrones y timadores.

Cada vez que he vivido una situación de hurto con alguna persona que pensaba que era una clienta, acabo pasándolo muy mal (aunque es verdad que con el tiempo lo deja como otra anécdota y mirando el lado positivo… “de palos se aprende”).

Por desgracia, he vivido muchas situaciones incomodas, y con el tiempo he aprendido algunos trucos para poder descubrir a este tipo de especímenes que se ocultan entre la sociedad consumista:

-  Punto Nº1Las apariencias engañan. Nunca hay que fiarse de las pintas que lleve, cualquiera puede robarte sin que te des cuenta.  
  
  Una vez, me encontraba atendiendo en el mostrador a unas señoras, cuando de repente entra, sin saludar, una mujer de unos cuarenta y pico de años muy bien vestida y con una apariencia más bien normal.  Lo primero que me escamó fue la forma tan directa de entrar al fondo de la tienda, siempre tengo un espejo grande puesto en la estantería de enfrente del mostrador para poder ver el fondo de la tienda mientras cobro.  ¿Y cuál fue mi sorpresa? Ver a la señora coger un paquete de extensiones de pelo y doblarlo para que le pudiera caber en el gran bolso que llevaba colgado.
  
   Pedí disculpa a las clientas que estaba cobrando en ese momento, y salí corriendo interponiéndome en el camino de la ladrona de extensiones.  Se puso blanca al verme, yo ni corta ni perezosa le digo: 

   Yo: -Ya me puedes estar sacando las extensiones, que la he visto desde el espejo cómo se las ha metido en el bolso-

  Avergonzada me saca las extensiones y me dice:

  Señora roba-extensiones: -No, si las he metido ahí para llevarlas al mostrador-

  Yo:-¡Ah sí! Pues acompáñame que te las voy a cobrar- le digo dirigiéndome con las extensiones al mostrador, mientras ella iba detrás de mí. 
  
   Pero en el momento que entro en el mostrador, ella dice: 
  
  Señora roba-extensiones: -Ay me llaman al móvil, ahora vengo- y antes de que pudiera hacer algo sale corriendo a la puerta de salida.  Las otras clientas no sabían ni que decir.
  (Moraleja: si entran sin saludar muy directas a un punto de la tienda…¡¡¡sospecha de ella!!!)
    
    Punto Nº2: Clientas demasiado simpáticas. Hay otro tipo de señora, casi siempre de cincuenta a setenta años, (no sé porque suelen ser de entre esas edades), que son demasiado amables… ¡una ricura de señora!.  Entran saludando y empiezan a preguntar por un producto en concreto, por ejemplo, las barras de labios.  Suelen venir muy a menudo, cada dos o tres semanas, y siempre se paran, en este caso, en la misma marca de barras de labios.  Lo curioso es que ellas empiezan a probarse los colores, siempre y cuando no las esté merodeando, en el momento que me acerco se apartan dando un pasito para atrás y no toca ninguna barra de labios (pensando que si las veo toquetear mucho el producto sospeche de ellas), esperan a que yo les enseñe los colores. 
   Siempre muy sonrientes, tienen una cualidad muy destacable que las hacen ser sospechosas… que preguntan demasiado y muy aceleradas porque se ponen muy nerviosas, pero la realidad de su plan maléfico es hacer tiempo para que entre otra clienta que pueda distraer mi atención para tener el camino libre y robarme la barra de labios. 
   Pero como no las suelo dejar, me ha ocurrido que por aburrimiento se han largado de la tienda.  Y cuando han visto desde la calle que dejo el camino libre, entran corriendo para coger el producto tan ansiado por ellas.  Así que si se van, lo que hago es quedarme un rato por los alrededores del producto.

 (Moraleja: si son muy simpáticas y demasiado preguntonas… ¡¡¡sospecha de ellas!!!) 

   Punto Nº3Hay apariencias que no engañan.  Hay personas que parecen que llevan un cartelito pintado en la frente que pone “hola vengo a robarte”.  Su forma de vestir y de ser, lo dicen todo.  Suelen entrar en horas que hay mucha multitud de clientes, para poder entrar sin que sean visto.   Lo que creo que no se dan cuenta que el hecho de que hayan estado asomándose por la puerta de la tienda cada diez minutos para ver el interior, da que sospechar mucho.  Son los más fáciles de descubrir.

   (Moraleja: Si ves una persona que no para de asomarse a la tienda cada dos por tres y que destaca entre toda tu clientela… ¡¡¡sospecha de ella!!!) 

    Punto nº4El truco del billete.  Estas son las peores, aquí hay que estar muy pendiente de la situación si quieres controlarla.  Suelen entrar más de una persona, por ejemplo, tres mujeres de mediana edad.  Suele ser algo escandalosas y se separan para estar cada una en un punto de la tienda, eso hace que salgas de detrás del mostrador para vigilar, porque ya te ponen en alerta.  
  Cada una te hace varias preguntas sobre varios productos, para marearte un poco.  Mi truco está en que me planto en un lugar de la tienda que pueda controlar a las tres sin moverme del sitio y respondo desde allí con repuestas cortas (para que me voy a explayar si sé que no me quieren comprar nada), más bien intento no convencerlas de que se lleven algo y conseguir que se marchen lo antes posible.
 Sí ellas ven que el ataque de preguntas no funciona para distraerme, una de ellas compra lo más barato de la tienda, por ejemplo un producto que cueste 1´50€, y se van las tres al mostrador… ¡Ahora viene cuando tengo que estar lo más atenta posible. 
  A la hora de pagarme el 1´50€, una de ella me saca un billete de 50€.  Le doy su correspondiente cambio: dos billetes de 20€, uno de 5€ y 3.50€ en monedas.  El truco está en que la persona que le doy el cambio con un movimiento rápido esconde uno de los billetes de 20€ que le he dado, (normalmente suele esconderlo en una manga o en un bolsillo o simplemente se lo encasqueta a una de sus compinches) y antes de que salgan de la tienda, una de las que acompaña a la que me ha comprado el producto, dice en voz muy alta: -Ay nena, ¿para qué te compras eso?. Yo tengo uno en casa igual y no vale nada-, entonces la que me ha comprado el producto se dirige a mí y me dice: -Muchacha, no quiero esto, mi amiga dice que es muy malo-, le intento convencer que se lleve otro producto equivalente al precio del producto y así no devolverle el dinero. Pero empiezan a despreciar todos los productos que tengo, realmente lo que quieren es que le devuelva el dinero para hacerme el truco.  Después de tanto cacareo entre las tres, consiguen que le dé el 1´50€, pero que para no tener tanto suelto, quieren el billete de 50€ que me han dado.  Para ello le pido que me dé el cambio que le había dado anteriormente y ¡sorpresa!... falta un billete de 20€, y se excusan diciendo que ese es el cambio que le he dado, da igual cómo te pongas en ese momento, el billete ya no va aparecer. 
   ¿Qué hago en esta situación? Muy sencillo, como ya las huelo desde que entran por la puerta, en el momento de la transacción, el billete de 50€ lo dejo encima del teclado del ordenador (por si luego dicen que me han dado un billete más grande y no corresponden al cambio que le doy… son unas artistas de la confusión), saco un ticket de compra, y a la hora de dar el cambio le digo: -Estas monedas hacen 5€, este billete de 5€ hacen 10€, este billete de 20€ hacen 30€ y este otro billete de 20€ hacen los 50€ que me has dado- una vez dado el cambio con su correspondiente ticket guardo en caja el billete de 50€ que me han dado y con eso se suelen quedar conforme y no siguen con el timo.
    ¿Qué pasa si quieren seguir con el juego? lo que hago es no perder de vista su cambio hasta que lo guarda en el monedero, porque más de una vez he tenido que decir: -El billete de 20€ si te lo he dado, te lo acabas de meter en ese bolsillo de ahí- y se quedan sin saber qué hacer.
    
    (Moraleja: Compra pequeña con un billete muy grande... ¡¡A sospechar también!!)

   Punto Nº5: El billete Falso. También hay quien te quiere comprar algo muy barato con un billete muy grande.  Lo más probable es que el billete sea falso y lo que quiere es conseguir el mayor cambio posible.  Suele distraer con preguntas mientras vas a dar el cambio para que no veas mucho el billete.  Hay muchos comercios que poseen la luz ultravioleta que es la forma más sencilla para identificar el falso billete, pero donde yo trabajo no lo tiene, y el rotulador acaba gastándose, así que yo uso un truco de un amigo que trabaja en la ONCE vendiendo papeletas: tocar el billete.   Los billetes tienen ciertos relieves que es muy fácil de distinguir para las personas ciegas.  Así que me dedico a manosear todos los billetes que me dan.


  (Moraleja: Compra algo muy barato con un billete muy grande… ¡¡¡sospecha también!!!) 
    
    Punto Nº6 Los silenciosos.  Este tipo de ladrón es el más difícil de descubrir.  Te vigilan en la calle desde la distancia, confundiéndose entre la gente (muchas veces están enfrente de la tienda como esperando a alguien mirando el móvil, o simplemente pasea con bolsas de tiendas como si estuvieran mirando escaparates).
  Pueden trabajar solos o tener un gancho.  Cuando están solos, esperan a que esté entretenida con alguna clienta en una zona de la tienda donde no pueda controlar el resto de la tienda.  Y como si se tratase de un fantasma entran, cogen lo que sea y lo meten en la bolsa que llevan de la compra, sin hacer ningún ruido. 
   Otras veces utilizan a un gancho, esa persona entra en la tienda y me entretiene en un punto de la tienda donde dejo camino libre para que entre el ladrón.  Los ganchos actúan muy bien, en ningún momento sospechas que en realidad te están entreteniendo… para ello voy a exponer lo que me ocurrió con este tipo de timadores.

   Una tarde, una chica joven me pregunto por esmaltes de uñas para una amiga que le había hecho un encargo y consiguió que saliera del mostrador para mostrárselo.  Interactuaba conmigo y con las clientas que se encontraba en ese momento en la tienda, como no me gusta dejar la tienda sin vigilancia, disimuladamente siempre me alejo un poco para echar un vistazo al resto de la tienda y sale de repente del fondo de la tienda un chico con una bolsa de una tienda de ropa, a tal velocidad que no me dio tiempo decirle nada (se llevó algo seguro).  La chica sin inmutarse seguía hablando con las demás clientas, y de repente me dice: -Bueno gracias, ya le diré a mi amiga que tipo de esmalte hay y que se pase a verlos-.
  A la hora del cierre, estoy echando los cerrojos cuando veo al chico con su bolsa plegada (ya había soltado lo que hubiera cogido) acompañado por la chica de los esmaltes, los dos venían charlando tan tranquilos hacia mi dirección, al verme se dieron la vuelta rápidamente.

  
  (Moraleja: Aquí es muy difícil descubrirlo… ¡sospecha de todo el mundo!)

       




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