3. RECITAL DE HORARIOS

Con el tiempo pase de vender palomitas a vender entradas en la taquilla.  En mi época de taquillera también viví momentos peculiares con los clientes…
       
 Nunca comprendí la obsesión que tenía la gente con que le recitara las películas que se proyectaban y sus horarios (con la de hermosos carteles que teníamos repartidos por todo el centro comercial y en el mismo cine).  No era por no ayudar al cliente, pero después de recitarlos 20 veces al día puede llegar a ser muy pesado. 😓

        Todas las semanas imprimía los horarios en hojas blancas, ponía los números lo más grande posible para que el más miope pudiera verlo.  Pues nada, seguían acercándose a la taquilla para preguntarme los horarios. Con el tiempo compré hojas de colores flúor: verde, naranja, amarillo y rosa…  y tampoco funcionó.
Así que lo deje por imposible…              




Aunque si hay algo que saca más de quicio que repetir una y otra vez los horarios de las películas, era los típicos clientes que se pasaba más de media hora en la taquilla preguntándome de que iban las películas que se proyectaba en las seis salas.  Esta situación provocaba que los clientes que están esperando en la cola empezaran a quejarse en voz alta: -No tarda nada la taquillera… ¡No ve!  Que lento va la cola… ¡Vaaaamoooos! que me voy a perder la película… Por lo menos llevo una hora aquí esperando y esto no corre nada…- y así todo el tiempo hasta que le toca el turno, y le pregunto: -Hola, ¿para qué sala quieres?- y el cliente quejica empieza a mirar la cartelera que tengo arriba en la taquilla dice: 

 -No se… a ver que película tienes… ¿la de la sala tres de que va? ¿Es buena?... vamos a ver… la foto del cartel de esa película no me gusta… ¿de qué va la película de la sala cinco?- 😐😐😐

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